ZOMBIS A MEDIA NOCHE EN EL COLEGIO DE L'AMISTAD
Era una noche oscura en Valencia los de sexto de la clase de l’amistad hemos quedado para jugar un partido contra los mismos zombis de Cincinnati. Cada vez notábamos las telarañas en nuestras caras y los murciélagos recorrían el campo pasando por encima de nuestras cabezas, cada vez más oscuro hasta que no veíamos ni la pelota, había veces que nos orientábamos por los ruidos. Los zombis se habían traído calabazas para jugar, los árbitros eran los profesores, en el ambiente se notaba un olor a caquita, pero caquita de miedo. Cada vez la noche era más oscura y más tenebrosa, de repente sonó un móvil, cuando Edu lo cogió ya habían colgado, más tarde cayó un rayo de muchos colores y nos ilumino la cara. Todos teníamos la cara asustada y llenas de cicatrices, de repente se abrió el suelo del patio con unas escaleras muy al fondo, no sabíamos si escapar por ahí. Decidimos todos escapar por el pasadizo ya que los pasos de los zombis son muy lentos, cuando estábamos bajando se oían los ruidos y gemidos de los hombres muertos y de las cucarachas que corrían junto a nosotros, todos estábamos asustados, incluso las chicas. De repente empezó a hacer un tufillo a caquita eso nos vino bien ya que los bichos desaparecieron. Al rato se oyó una voz que decía: Esta bien que estemos asustados pero por favor cerrad la “tobera” esto es inaguantable, o morimos de miedo o morimos gaseados.
Cuando avanzábamos se oían los ruidos de motosierras y látigos pero no teníamos más remedio que avanzar. Detrás de nosotros se abrió una puerta y aparecieron Frankenstein, Drácula y un Hombre Lobo, pero estaban jugando al parchís y no nos hicieron ni caso y seguimos avanzando. Más adelante nos metimos en una jungla en que las serpientes recorrían nuestro cuerpo, se enrollaban en nuestras piernas, no podíamos andar y apareció Frank de la Jungla y con un palito nos las quitó.
Íbamos avanzando y apareció un lago con agua negra, donde habían cabezas de monstruos con lenguas de 2 metros, con sus largas lenguas nos intentaban cazarnos y nos tuvimos que subir a los árboles, cuando estábamos en la cima de los árboles subimos por unas lianas y ya estábamos en el patio todo volvió a la normalidad, la grieta se cerró, los monstruos desparecieron, se fueron las cicatrices de nuestras caras, nos abrazamos y pudimos continuar el partido tranquilamente, la verdad es que pasamos mucho miedo y el partido nos ayudó a relajarnos.
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