ALBERTITO Y SU MAMA No hay falta que, al fin no se descubra.
Albertito, un día, sólo en casa viéndose, registró un armario y cogió un merengue. Nadie ha de saberlo, dijo, relamiéndose; yo jamás he visto que mamá los cuente. Mas al poco rato, la conciencia al nene con dolor agudo debió remorderle, pues, pensó, mamaríta dice que en la frente las acciones malas escritas se leen. Empezó a lavársela con jabón, tan fuerte, que al instante roja hubo de ponérsele. Llega mamá entonces y prorrumpe al verle: ¡Tú has hecho algo malo; lo leo en tu frente! Quedó mudo el niño, descubierto al verse, y pensó: «las faltas se descubren siempre.» Para en adelante quiero resolverme; niño he de ser bueno, cueste lo que cueste. EZEQUIEL SOLANA
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Diego 6º -
Manolo -
No hay falta que,
al fin no se descubra.
Albertito, un día,
sólo en casa viéndose,
registró un armario
y cogió un merengue.
Nadie ha de saberlo,
dijo, relamiéndose;
yo jamás he visto
que mamá los cuente.
Mas al poco rato,
la conciencia al nene
con dolor agudo
debió remorderle,
pues, pensó, mamaríta
dice que en la frente
las acciones malas
escritas se leen.
Empezó a lavársela
con jabón, tan fuerte,
que al instante roja
hubo de ponérsele.
Llega mamá entonces
y prorrumpe al verle:
¡Tú has hecho algo malo;
lo leo en tu frente!
Quedó mudo el niño,
descubierto al verse,
y pensó: «las faltas
se descubren siempre.»
Para en adelante
quiero resolverme;
niño he de ser bueno,
cueste lo que cueste.
EZEQUIEL SOLANA