Blogia
l´escola parla

¡Qué risa! ¡Qué aburrido! ¡Qué miedo! ¡Qué agotador!

¡Qué risa! Me acuerdo que el día que celebré mi cumple con los compañeros, tenía un globo de agua. Lo estaba moviendo todo el rato para que pareciera una pera. La gente me decía "Se te va a explotar" y yo decía "Sí seguro, ¿no ves que estoy un buen rato y no explota?" Y ahora mismo no me acuerdo (ni me acordé de lo que dijo el día que pasó) que Dani hizo algo a alguien, y le dije "Dani eres un antipá..." ¡¡Plofff!!, de repente, el globo explotó y todos nos empezamos a reír. Yo tuve que expulsar agua de la boca y el globo roto, jajaja.

¡Que aburrido! Cuando vamos a algún sitio y mis padres quieren una visita guiada. Me aburro un montón (aparte que no entiendo casi lo que dicen). Yo prefiero ser libre y ver, por ejemplo, un museo yo solito, no ahí, estar de pie, a esperar a que el tío acabe.

¡Qué miedo! Yo, en mi habitación, tengo un mono de juguete que me lo traje de México de recuerdo, y hace al principio como un sonido de la selva, y, después, se pone a gritar. Y, un día, por la tarde, mi madre lavó ese mono en la lavadora. Mi madre se dió cuenta de que llevaba pilas. Entonces mi madre y yo le apretábamos pero no funcionaba. Yo, como todos los niños, empecé a clicarle muchas veces en el botón, pero no iba. Por la noche, el mono seguía colgado en el armario de mi habitación. Yo esa noche había leído que los monos atacaban a los hombres por sorpresa (era de Julio Verne así que no eran arcoíris y sonrisitas). Cuando me estaba durmiendo de repente sonó el mono con su sonido como si le hubieran puesto el volumen al 100. A mi me dió un miedo... Mis padres, como no paraba de sonar por darle tantas veces, lo metieron en un armario de un cuarto con la puerta cerrada. Y aún así se oía. Al final me dormí y pasó todo y al día siguiente el mono ya iba.

¡Qué agotador! Hoy me he ido a lo de conocer Valencia y he pasado por varios sitios históricos. Uno de ellos el Miguelete. Yo pregunté si podíamos subir. Cuando llegamos pensé que fue un tremendo error. ¡201 escalones horripilantes y grandes! Aunque, mas o menos, mereció la pena, porque se veía toda Valencia. Si no fuera por el Mestalla, se habría visto el cole y, si no fuera por un edificio grande, se habría visto mi casa. Después bajar no costó tanto.

 

2 comentarios

Diego 5º (6º) -

Jajaja. Gracias Mª Luz.

luz -

¿Sabes que yo tenía un mono de eso? Muy bien el artículo Diego.